Fue lectora empedernida, buena
madre y docente decente. Desde que la atacó el virus de la minificción el
tiempo que dedicaba a sus antiguos menesteres no para de encoger.
Quizá el virus encoge los textos a la vez que el tiempo. ¿Lo has pensado, Elisa? En cualquier caso, lo que cuenta es el placer. Aunque sea chiquito. Un abrazo.
Qué semblanza tan estupenda... me siento así totalmente :)
ResponderEliminarAbrazo
¿A que sí? Yo creo que a más de uno y más de una de por aquí le ha pasado lo mismo :).
ResponderEliminarCoincido, también, Elisa y Anita, qué buena síntesis. ¡Felicidades!
ResponderEliminarpues va a ser cierto y no me había dado cuenta. Nos vamos a juntar una panda de enanos.
ResponderEliminarBesos
Estos nuevos menesteres son tan laboriosos como los otros, y prolíficos. Un abrazo
ResponderEliminarDocente más que decente, creo yo, anda que no te preocupas por que los chavales aprendan. Ojalá pudiéramos estirar el tiempo, Elisa. ¡felicidades!
ResponderEliminarHabrá que hacerse de relojes como los de Dalí para estirar un poco el tiempo ;)
ResponderEliminarUn placer, Elisa, volver a compartir una antología, y van...
Abrazos
Quizá el virus encoge los textos a la vez que el tiempo. ¿Lo has pensado, Elisa? En cualquier caso, lo que cuenta es el placer. Aunque sea chiquito. Un abrazo.
ResponderEliminarTu semblanza es muy certera, Elisa. Este año sí, nos vemos.
ResponderEliminarBesitos
Así me siento yo. Ahora soy mala en todo. Se ve que el que mucho abarca, poco aprieta. Un besazo.
ResponderEliminarBueno no es tan malo, ahora tienes nuevos menesteres como el oficio de jueza y has llevado la toga con más salero que un traje de sevillana.
ResponderEliminarNos vemos el sábado, compañera.
Un abrazo,